lunes, 30 de abril de 2012

Deterioro cognitivo y demencias

Los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD) son un conjunto heterogéneo de reacciones psicológicas, síntomas psiquiátricos y comportamientos anómalos debidos a la presencia de demencia. Se consideran SPCD la apatía, las alucinaciones, la agitación, la depresión, la ansiedad, la euforia, la irritabilidad, la desinhibición, los delirios, las conductas aberrantes o anómalas, los trastornos del sueño y las alteraciones de la conducta alimentaria.

La importancia de los SPCD radica en que se asocian a mayor mortalidad, peor pronóstico, mayor institucionalización, mayor carga del cuidador y mayor consumo de recursos sanitarios y fármacos, originando en numerosas ocasiones más problemas que los propios déficits cognitivos
 
Se ha descrito que estos síntomas son muy frecuentes en pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA), incluso en fases leves antecediendo a los propios síntomas cognitivos, y son también comunes en pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL) o con cognición normal. Estudios en diferentes países y en diferentes ámbitos han encontrado una prevalencia entre el 35 y el 75% en pacientes con DCL y entre el 49 y el 89% en pacientes con demencia.


Uno de los principales problemas ante los que se enfrenta el especialista en las clínicas de memoria es la dificultad para diferenciar entre el DCL y la EA. Esta diferenciación es muy relevante porque determina la instauración de tratamientos, la toma de decisiones sobre el paciente y la provisión de recursos sanitarios y sociales. Actualmente, el diagnóstico de la EA y del DCL se basa en criterios clínicos apoyados por la anamnesis, la exploración física y neurológica, la valoración funcional, los estudios analíticos y de neuroimagen, y por la valoración neuropsicológica. Sin embargo, y a pesar de la frecuente presencia de SPCD como se ha descrito, existen escasos estudios en los que se ha analizado su utilidad a la hora de diferenciar entre pacientes con EA y DC.

Según es el estudio de referencia sesenta y siete pacientes con DCL (74,4%) y 82 con EA (92,1%) presentaron algún SPCD siendo los más prevalentes la depresión y la apatía en ambos grupos


ALZHEIMER: La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad irreversible y progresiva del cerebro que lentamente destruye la memoria y las aptitudes del pensamiento, y con el tiempo, hasta la capacidad de llevar a cabo las tareas más simples. En la mayoría de las personas afectadas con esta enfermedad, los síntomas aparecen por primera vez después de los 60 años de edad.El Alzheimer es la causa más común de demencia en las personas mayores. La demencia es la pérdida del funcionamiento cognitivo, o sea, pensar, recordar y razonar, a tal grado que interfiere con la vida y las actividades diarias de una persona.

DETERIORO COGNITIVO LEVE: Algunos olvidos pueden ser parte normal del envejecimiento. Sin embargo, algunas personas tienen más problemas de memoria que otras de su misma edad. Esta es una condición llamada deterioro cognitivo leve. La gente con deterioro cognitivo leve puede cuidarse a sí misma y puede desarrollar sus actividades normalmente. El DCL puede ser una señal temprana de Alzheimer.


BIBLIOGRAFÍA:
Abizanda P, López-Jiménez E, López-Ramos B, Romero L, Sánchez-Jurado P, León M, Martín-Sebastiá M, Paterna G, Martínez-Sánchez E. Síntomas psicológicos y conductuales en deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer. Elsevier. 2009; Volume 44, Issue 5, Pages 238-243

La disfagia en el anciano

La disfagia en el anciano puede deberse a variedad de alteraciones, tanto estructurales como funcionales. Las primeras afectan a la anatomía de la deglución y obstaculizan el paso del bolo alimenticio. Las segundas, se consideran las más frecuentes, y se deben a alteraciones en la propulsión del bolo o a un enlentecimiento de reflejos orofaríngeos imprescindibles para la deglución. 

Su fisiopatología está determinada por varios factores, entre ellos, el propio envejecimiento es la causa de un deterioro todavía poco conocido de la fisiología orofaríngea y también por una mayor prevalencia, en este grupo de edad, de enfermedades que generan disfagia.
La disfagia es uno de los síntomas que aparece en enfermedades neurológicas y neurodegenerativas que acontecen con más frecuencia en edades avanzadas. En este sentido, diferentes estudios muestran una prevalencia de disfagia entre el 28 y el 73% tras un accidente cerebrovascular (ACV), hasta del 84% en demencias y del 52% en enfermos de Parkinson.

La identificación precoz de la disfagia es un paso fundamental a la hora de prevenir complicaciones. Para ello es importante la detección de signos de alerta, la aplicación de métodos de exploración clínica de volúmenes y viscosidades (MECVV, o el empleo de técnicas instrumentales más específicas
La disfagia puede tener importantes repercusiones clínicas, comprometer la seguridad del enfermo causando atragantamientos, aspiraciones o infecciones respiratorias, y/o determinar que la alimentación resulte ineficaz para cubrir las necesidades nutricionales.

Medidas de actuación ante la disfagia:
- Valoración del estado general y nutricional:
El grado y duración de la disfagia determina la magnitud de la pérdida nutricional. La alimentación inadecuada conlleva a una malnutrición protéico-calórica con adelgazamiento. La medida del peso corporal es un índice poco útil para la monitorización del adelgazamiento, ya que la hipoalbuminemia puede producir edemas que enmascaran la pérdida de peso. Por tanto, el grosor del pliegue cutáneo y el diámetro muscular del brazo indicarán la masa corporal grasa y magra respectivamente.

Por todo esto, en casos de disfagia con un grado de desnutrición importante será necesaria la sueroterapia intravenosa pudiendo recurrirse a la alimentación entera a través de un tubo de fino calibre e incluso a la canalización de una vía venosa central para administración de nutrición parenteral. Cuando la disfagia es severa, incluso los líquidos pueden no ser ingeridos en cantidad suficiente produciendo deshidratación y uremia.


Entre las medidas de actuación ante la disfagia se ha destacado el uso de una dieta específica, adaptando la presentación tanto de los alimentos sólidos, como de los líquidos. Se ha demostrado que un incremento de la viscosidad del bolo se relaciona con mayor seguridad en la disfagia orofaríngea. En dicho estudio, se comprobó que la dieta para disfagia instaurada en las residencias donde se realizó el estudio reunía las características recomendadas en la bibliografía en cuanto a equilibrio nutricional y homogeneidad de texturas, y también que se disponía de espesantes para adaptar los líquidos. Las estrategias nutricionales para la elaboración de una dieta para disfagia deben tener en cuenta: 

  a) Preservar el equilibrio nutricional. 
  b) Adaptar los alimentos sólidos y los líquidos a las posibilidades de     deglución.
  c) Respetar las limitaciones derivadas de patologías concomitantes
  d) Complacer los gustos y preferencias del sujeto al quien va destinada

El MNA es una de las escalas más comúnmente utilizadas en la práctica clínica para identificar situaciones de riesgo nutricional en personas mayores

La prevalencia de disfagia no conocida puede ser elevada en centros residenciales. La aplicación de un método clínico estandarizado y utilizado de manera sistemática como el MECV-V ayuda a diagnosticar este síndrome y, en consecuencia, puede repercutir en una reducción de sus complicaciones


BIBLIOGRAFÍA:
Ferrero López MI, García Gollarte JF,  Botella Trelis JJ, Juan Vida O. Detección de disfagia en mayores institucionalizados. 20 January 2012. Disponible en: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0211139X11003167

miércoles, 18 de abril de 2012

Prevalencia de síndromes geriátricos en mujeres de edad avanzada

   Una de las características del paciente geriátrico es la pluripatología, provocando al mismo tiempo una plurimedicación. La especifidad del paciente geriátrico como una persona con un conjunto de características específicas hace que muchas patologías se encuentren solapadas en un mismo individuo. Entre estas patologías podemos considerar que hay unos cuadros patológicos que aparecen con independencia de las patologías que lo ocasionan, pero que cursan con unas características similares en todos los ancianos. Son lo que denominamos Síndromes Geriátricos Específicos y que pueden afectar a cualquier paciente geriátrico con independencia de su patología y de sus particularidades.
Conocer su prevalencia permite dar prioridad a actividades que, si bien no parecerían ser acciones o programas significativos, sí tienen alto impacto en la calidad de vida de las personas. El seguimiento de los diferentes síndromes geriátricos permite modificar o implantar nuevos programas para mejorar la comunidad, como han realizado en el caso estudiado en la residencia mater, parte de Techo Educación y Ayuda AC.
   Este apartado describe alguno de estos síndromes. Se han elegido expresamente patologías muy frecuentes que reúnen algunas características comunes:
  • Las padecen enfermos mayores que acuden al médico en todos los niveles de atención sanitaria, desde el médico de cabecera hasta las residencias;
  • Conllevan un gran consumo de medicamentos y otros recursos sanitarios (como los suplementos nutricionales o los absorbentes de orina);
  • La formación de la mayoría de los médicos (con excepción de los geriatras) en ellas es, en general, muy escasa, lo que explica en muchas ocasiones el fracaso a la hora de resolverlas;
  • Su incidencia en la calidad de vida del afectado y sus cuidadores puede llegar a ser muy importante;
  • Existen en todas ellas posibilidades de realizar alguna actuación decisiva o efectiva, con intención curativa o paliativa.



Los síndromes geriátricos son magníficamente definidos por Kane, en 1989, en su libro Essentials of Clinical Geriatrics como problemas geriátricos, permitiendo a través de una regla nemotécnica su memorización por medio de la regla de las «ies»:
— Immobility: inmovilidad.
— Instability: inestabilidad y caídas.
— Incontinence: incontinencia urinaria y fecal.
— Intellectual impairment: demencia y síndrome confusional agudo.
— Infection: infecciones.
— Inanition: desnutrición.
— Impairment of vision and hearing: alteraciones en vista y oído.
— Irritable colon: estreñimiento, impactación fecal.
— Isolation (depression)/insomnio: depresión/insomnio.
— Iatrogenesis: yatrogenia.
— Inmune deficiency: inmunodeficiencias.
— Impotence: impotencia o alteraciones sexuales.

Tras el estudio, se verificó que la prevalencia de síndromes geriátricos en nuestra población está determinada por el nivel socioeconómico, cultural y por la misma edad. El conocimiento de la frecuencia de los síndromes geriátricos permite desarrollar programas de educación, promoción de la salud, detección oportuna, programas de actividad física o intervenciones individuales que mejoran la calidad de vida de los adultos mayores.
Las estructuras sanitarias actuales no tienen una óptima solución integral de sus problemas. Es preciso iniciar un proceso de renovaciones institucionales que contemplen en sus esquemas, tanto en formación como en asistencia, las peculiaridades de este colectivo en crecimiento en todo el mundo.

BIBLIOGRAFÍA:
Martínez Gallardo L, d´Hyver de las Deses C. Prevalencia de síndromes geriátricos en una residencia de mujeres de edad . Med Int Mex 2011;27(1):23-28. Disponible en: http://www.medigraphic.com/pdfs/medintmex/mim-2011/mim111g.pdf 

sábado, 14 de abril de 2012

Cuidados de enfermería en una población geriátrica con riesgo de úlceras por presión

La vejez, es un momento que a todo el mundo nos llega. Con el paso de los años, se producen una serie de cambios fisiológicos que contribuyen a disminuir la movilidad. Las principales causas de inmovilidad en el adulto mayor son la falta de fuerza o debilidad, la rigidez, el dolor, alteraciones del equilibrio y problemas psicológicos. Generalmente a esa inmovilidad se añade la aparición de úlceras por presión por diferentes razones, lo cual se convierte en un problema de salud no porque sea alta su incidencia ni causa de muerte, sino porque afecta a la calidad de vida del paciente, cambia la dinámica familiar y requiere empleo de recursos humanos y económicos. Para evitar y/o prevenir la incidencia de estas úlceras es preciso tener en cuenta medidas profilácticas pero una vez que se presentan juegan un papel fundamental los cuidados de Enfermería.
Se define la úlcera por presión como toda lesión de la piel producida cuando se ejerce una presión sobre un plano o prominencia ósea, provocando un bloqueo del riego sanguíneo a este nivel; como consecuencia de lo cual, se produce una degeneración rápida de los tejidos.
Los factores que contribuyen a la producción de úlceras y que pueden agruparse en cinco grandes grupos son: factores fisiopatológicos, derivados del tratamiento, situacionales, del desarrollo y derivados del entorno.
Para realizar la clasificación de las úlceras, se determina la gravedad de la rotura de la piel y la profundidad de la lesión; Úlcera tipo (I, II, III y IV).


La prevención es sin dudas la mejor opción posible de tratamiento. 

Las medidas preventivas van dirigidas a lograr calidad en los cuidados de enfermería, velar por los factores de riesgo y realizar un examen de piel una vez al día, en especial de la piel que cubre las prominencias óseas.
Es esencial la identificación de los factores de riesgo que puedan aparecer de forma aislada o en combinación.
Una vez enmarcados los factores de riesgo tales como; movilidad, eliminar la presión, camios posturales frecuentes, no arrastrar al paciente, observar si existen zonas enrojecidas indicadoras de la disminución de la circulación y emplear colchón anti-escaras.
Se deben entonces realizar los siguientes procedimientos; estimular la circulación sanguínea, cuidados de la piel y cuidados generales. 

Según el estudio, cabe destacar, que en la población mayor de 60 años se observa un incremento del riesgo de úlceras por presión en la medida en que acerca a edades más avanzadas. A su vez, la vejez, posee una estrecha relación con factores causales como son la pérdida del autovalidismo, la falta de deambulación, el control de la micción y, de manera general, la no implementación por parte de la familia de las medidas higiénicos sanitarias orientadas por el equipo de salud lo que conlleva un riesgo importante para la calidad de vida de las personas mayores.
Los cuidados de enfermería constituyen un elemento fundamental en la calidad de vida de los pacientes con riesgos de úlcera por presión, así como en la preparación y orientación a los cuidadores dentro de la familia.


BIBLIOGRAFÍA:
Álvarez de la Cruz, C. Lorenzo González, M. Cuidados de enfermería en una población geriátrica con riesgos de úlcera por presión. Murcia jul. 2011. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1695-61412011000300012&script=sci_arttext&tlng=pt

miércoles, 4 de abril de 2012

El anciano en la unidad de cuidados intensivos Tema 3


La valoración geriátrica y dentro de ésta la valoración de la esfera funcional, permite diseñar tratamientos integrales y planes de cuidados adaptados a las condiciones individuales de los pacientes. Hoy en día, se ha generalizado el uso de escalas con el objetivo de conocer la situación basal del paciente, determinar el impacto de la enfermedad actual, transmitir información objetiva, poder monitorizar los cambios
y en último término, establecer tratamientos específicos y valorar la respuesta a los mismos.

El grupo de ancianos que a priori tiene un mayor riesgo es aquél en el que la gravedad de la enfermedad condiciona el ingreso en una unidad de cuidados intensivos (UCI), debido tanto a la mayor intensidad terapéutica como al elevado riesgo de complicaciones asociadas



El ingreso de pacientes de edad avanzada es una situación cada vez más frecuente en nuestros hospitales y está relacionado claramente con el envejecimiento de la población. Es conocido que la hospitalización produce un deterioro funcional importante en los ancianos. Este deterioro es motivado tanto por la aparición de complicaciones durante la hospitalización (consecuencia del tratamiento recibido), como debido al propio proceso del envejecimiento (disminución de la fuerza muscular y de la capacidad aeróbica, inestabilidad vasomotora, reducción de la masa ósea, reducción de la ventilación pulmonar, etc.)


Es importante tener en cuenta aspectos de autonomía funcional y calidad de vida para evaluar los resultados del ingreso de ancianos en la UCI. Para ello, es necesario utilizar escalas cuantitativas validadas en esta población, que evalúen la independencia en las actividades de la vida diaria (AVD) tanto instrumentales (índice de Lawton) como básicas (índice de Barthel) y que nos permitan monitorizar el grado de autonomía funcional de los pacientes antes.



El Indice de Barthel evalua las actividades basicas de la vida diaria. Es muy rápido y de fácil manejo. Consta de diez items; Comida, arreglo, lavado, vestido, deposición, micción, transferencia, deambulación y subir y bajar escaleras.

La escala de puntuacion va de 0 a 100.
0 puntos: dependencia maxima.
Menos de 45 puntos: Dependencia importante.
45-60 puntos: Dependencia moderada.
Igual o mas de 65: Dependencia leve.
100 puntos: Independencia maxima.

Por otro lado, la escala de Lawton y Brody fue publicada en 1969 y desarrollada en el Philadelphia Geriatric Center para evaluación de autonomía física y AIVD en población anciana institucionalizada o no.

Evalúa la capacidad funcional mediante 8 ítems: capacidad para utilizar el teléfono, hacer compras, preparar la comida, realizar el cuidado de la casa, lavado de la ropa, utilización de los medios de transporte y responsabilidad respecto a la medicación y administración de su economía. A cada ítem se le asigna un valor numérico 1 (independiente) o 0 (de pendiente). La puntación final es la suma del valor de todas las respuestas y oscila entre 0 (máxima dependencia) y 8 (independencia total).

La cultura de la valoración geriátrica debe implementarse en las unidades de cuidados intensivos. En este sentido, utilizar escalas sencillas validadas que evalúen de forma objetiva la capacidad funcional y la calidad de vida de estos pacientes deberían incorporarse a la rutina asistencial de nuestro trabajo enfermero.


BIBLIOGRAFÍA
- López Soto A, Sacanella E, Perez Castejón JM, Nicolas JM. El anciano en la unidad de cuidados intensivos, 2009. Disponible en: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0211139X09001152
- Trigas Ferrín M, Ferreira Gonzalez L, Mejide Miguez H. Escalas de valoración funcional en el anciano, 2011. Disponible en: http://www.galiciaclinica.info/PDF/11/225.pdf